Cuando se trata de productividad, es común pensar que se debe ir a 1000 km/h y que a pesar de eso, siempre se puede mejorar la velocidad. Sin embargo, y a diferencia de lo que nos quieran convencer, no somos máquinas.
La verdad es que somos humanos, y necesitamos de vez en vez recargar baterías, sin hablar en este caso de alimentos y agua, sino de baterías de productividad, pues si la mente controla el cuerpo no solo el cuerpo necesita alimento y descanso, la mente también.
Si alguna vez te has sentido saturado, que el día se te pasa volando, que trabajas y trabajas sin lograr resultados, puede ser momento de hacer una pausa para evaluar si vas por buen camino.
Una historia divertida que leí por primera vez en el libro de Stephen Covey, Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, comenta sobre un grupo de personas (parafraseo) que inmersos en una tupida selva buscan abrirse camino cortando la vegetación y avanzando con mucho esfuerzo. Siendo la vegetación tan espesa, uno de ellos sube a un árbol para ver en que dirección van y resulta que el equipo esta a pocos metros de un precipicio, por lo que grita a todo pulmón "deténganse vamos a un precipicio", a lo que sus compañeros inmersos en su tarea contestan "cállate que estamos avanzando".
Avanzar en la dirección equivocada es tan común, que es una de las razones de peso más comunes para que no se logre el progreso en distintos ámbitos de la vida. Es aquí en donde lo complicado es que no siempre sabemos de antemano si vamos en la dirección correcta o no, o si el camino que nos hemos propuesto a recorrer es el más idóneo para nosotros y para lo que queremos. Peor aún si no tenemos claro lo que queremos.
Todas estas complicaciones, tanto en la vida laboral, como la personal, son tan frecuentes como humanos hay en el mundo (7.8 billones según worldometer), si corremos la carrera como corceles con gríngolas, seguiremos creyendo que la vida es corta y viviremos frustrados a pesar de las victorias que consigamos.
Tenemos en nuestras manos un remedio para esta vorágine de emociones y situaciones, que consiste en el simple acto de relajarnos. La relajación brinda el anhelado descanso que necesitamos para despejar la mente, nutrir al cuerpo, mejorar la sinapsis y ver las cosas desde distintos puntos de vista, logrando mejorar nuestra claridad y objetividad en una situación determinada.
Las formas de alcanzar relajación son menores a la cantidad de humanos en el mundo (7.8 billones según wikipedia), sin embargo son bastante diversas y en muchos casos desconocidas para nosotros hasta que las probamos. Mientras para algunos la relajación radica en el ejercicio y dormir, para otros esta en la meditación, en el contacto con la naturaleza, en una ducha caliente o en un café con los amigos. Lo cierto es que todos necesitamos de estos espacios que nunca planificamos por ser erróneamente, a mi parecer, vistos como ocio.
Mi consejo, si aún no has encontrado la tuya, busca una forma de relajación que se ajuste a ti. Esto lo lograras probando; y una forma de no probar al azar es probar aquellas formas que no implique un vicio e idealmente, que además de ser beneficiosa para ti sean beneficiosa para los demás. Te sentirás, nutrido, recargado, desterraras la idea que estas dedicando tiempo a ocio y te ayudará a estar listo para afrontar lo que venga en tu camino.
Si quieres saber más sobre esta y otras herramientas básicas e ineludibles de la productividad, te invito a disfrutar el siguiente video:
https://youtu.be/umUEKGHXLAk
Y no olvides dejar tus comentarios o consultas sobre lo que acabas de leer.
Hasta la próxima.
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